miércoles, 3 de septiembre de 2014

El miedo de Estonia ante las ansias de expansión de Putin

Un rebelde prorruso se prepara para tomar por
asalto posiciones del ejército ucraniano (AP
La amenaza rusa vuelve a pesar sobre ellos. Las ansias expansionistas de Putin, bien refrendadas con la anexión unilateral de la península de Crimea y con los enfrentamientos en el este de Ucrania, preocupan y mucho al mundo entero, pero especialmente a un pequeño país de poco más de un millón de habitantes que ya sabe del poderío de Rusia y que teme que la historia se repita una vez más. Hablamos de Estonia.
Esta República báltica, que fue controlada durante 50 años por las autoridades de Moscú, tiene ciertas similitudes con Ucrania, lo que le puede convertir en un objetivo claro de los rusos una vez que acabe el conflicto que enfrenta a estos dos países. También tiene frontera común con el gigante del este y hay un grupo depoblación de habla rusa que de buenas a primeras puede ponerse del lado de Putin y crear otro enfrentamiento similar al del vecino ucraniano.


Es tanta la preocupación de los estonios y de la comunidad internacional ante esta eventual situación que el propio Obama ha decidido hacer una parada en el país para tranquilizarles y asegurarles que sus aliados van a seguir con ellos. El presidente estadounidense viaja a la cumbre de la OTAN en Gales, pero el día antes lo está pasando en Estonia, en un buen ejemplo de la importancia que le da el mandatario en este complejo juego de ajedrez, en el que las alianzas y los acuerdos son decisivos ante un eventual ataque.
A priori puede parecer que el país estonio, a diferencia de Ucrania, está bien escudado. Forma parte tanto de la Unión Europea como de la OTAN y cualquier ataque contra sus fronteras, debería recibir de inmediato la respuesta de la Alianza Atlántica.
Sin embargo, el mayor temor de los estonios pasa porque la mayor parte de los países europeos tienen acuerdos comerciales muy importantes con Rusia –especialmente Francia y Alemania- y resulta complicado que renuncien a ellos o quieran un enfrentamiento más profundo y a más largo plazo.
En definitiva Estonia se siente como un pequeño pez rodeado en un mar de tiburones, con poca capacidad de decisión, con poca capacidad de respuesta ante determinadas complicaciones y con la incertidumbre de si podría ser sacrificada para contentar al invasor ruso.
“Mientras que la llegada de Obama ayude a que Putin se mantenga lejos, todo está bien. Pero nos sentimos atrapados en el medio de ciertos acontecimientos, incapaces de hacer nada”, comentaba un pequeño comerciante a The Guardian, haciendo patente el sentimiento general del pueblo estonio.
Y es que estos países del este, con un pasado soviético, pero con un presente europeo, tienen la sensación de que simplemente actúan como un cortafuegos que separa a la Europa tradicional de Rusia.
Por eso, la presencia de Obama en Estonia es un espaldarazo muy importante para sus habitantes, cada día más preocupados por unos deseos expansionistas de Putin que parecen no tener fin.
Fuente: The Guardian

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