Excélsior – RÍO DE
JANEIRO.- Sí, en Brasil, el país que inventó y llevó el mundo la micro tanga,
el hilo dental, está prohibido, más que prohibido,
está penado que las mujeres enseñen o muestren integralmente los pechos en la
playa.
Hacer
topless en Copacabana o en Ipanema, dos de las playas más famosas del
mundo, es considerado un “atentado al pudor”.
¿Cuestión de
moral?
O ¿simple
pecado?
Hay que
recordar que Brasil es el país con más católicos en el mundo. 74 por ciento de
los 200 millones de habitantes se declaran católicos, a pesar del enorme
crecimiento que en las últimas décadas han observado las iglesias cristianas y
otras denominaciones.
Aquí, en
Brasil, sólo siete por ciento de la población es agnóstica. No tiene dios.
Dos datos
pueden ilustrar la fe de este pueblo. La monumental estatua de El Cristo
Redentor, ubicado en el cerro de Corcovado, es considerada una de las
nuevas maravillas del mundo.
Y es desde
ahí donde el Cristo preside, resguarda, vigila a todo Río de Janeiro y a los
cariocas.
El otro es
la reciente visita del papa Francisco donde, en la playa de Copacabana,
encabezó una oración a la que asistieron tres millones de personas con motivo
de la Jornada Mundial de la Juventud.
Según estimaciones
de la alcaldía y de la policía de Río de Janeiro ese acto representó casi el
doble de los 1.6 millones que estuvieron en un concierto de los Rolling Stones
en 2006, y equivale a la cantidad de personas que celebraron la llegada en el
2000 del nuevo milenio.
Así que en
Río de Janeiro que la playa y la religión vayan, a veces de la mano, no resulta
extraño.
Mostrar los
pechos en la playa, sin embargo, puede terminar mal, o al menos en una
comisaría de la policía local.
El último
caso ocurrió hace un par de meses, cuando en diciembre llegó el verano. La
actriz Cristina Flores posaba para una sesión de fotos en la playa.
Había poca
gente, pero cuando se quitó la parte de arriba del biquini se presentaron allí
en pocos segundos tres policías. Fue detenida.
La acción
pretendía llamar la atención sobre una norma que data de 1940 y
estipula una pena de entre tres meses a un año de prisión o una multa para lo
que se considera un “gesto obsceno”.
Una paradoja
para aquellos que piensan en Río como la ciudad del Carnaval, donde las mujeres
caminan casi desnudas por el Sambódromo del Marquês de Sapucaí.
Así que ya
lo sabe.
Quién quiera
quitarse la parte de arriba del biquini en Brasil sin meterse en líos deberá
irse con sus ganas a otra parte.
Aunque,
bueno, muchos más, no encuentran nada de qué quejarse.
Las
brasileñas disfrutan mostrar su cuerpo. Así sea sólo una parte…

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