lunes, 26 de mayo de 2014

Histórico abrazo de paz entre Francisco y Peres.


"Que Jerusalén sea de verdad la ciudad de la paz, que responda a su valor como tesoro para toda la Humanidad”


 "No nos cansemos de perseguir la paz con determinación y coherencia". Este fue el grito de consenso entre dos hombres de paz, que la buscan desde sus legítimas diferencias y que parecen dispuestos a conseguirla. Simon Peres y Francisco dieron este mediodía una lección de convivencia, respeto y esperanza para la consecución de una paz duradera entre Israel y Palestina.
Simon Peres ofreció al Papa un mosaico con un olivo, símbolo de la paz, mientras que Francisco regaló al presidente de Israel un medallón en recuerdo del encuentro entre Pablo VI y Atenágoras.

En sus improvisadas palabras, Peres afirmó que Francisco, "en tu camino hacia Jerusalén, intentas construir la paz entre judíos y cristianos, la paz interreligiosa es algo extraordinario para conseguir la paz en otros sectores. La paz es cuestión de fantasía e inspiración. Tú tienes estos dos elementos. Gracias por esto"
El Papa también improvisó su respuesta: "Le doy las gracias a usted, Sr. presidente, por sus palabras y su acogida. Con mi imaginación y fantasía, querría inventar una nueva Bienaventuranza, que quiero aplicar a mí mismo en este momento: feliz el que entra en la casa de un hombre sabio y bueno. Y yo me siento afortunado".
Posteriormente, y antes del acto oficial, ambos mandatarios plantaron un olivo en el Palacio Presidencial, como ya hicieran sus dos antecesores. Simon Peres, a diferencia de la frialdad de Netanyahu, se mostró en todo momento atento y cariñoso con Bergoglio: a ambos les une una profunda sintonía y un auténtico deseo de alcanzar la paz de Oriente Medio.
Así se reflejó en sus discursos oficiales, y en su conversación a tres bandas -con "mi sobrino", el franciscano de traductor-, en la que afloraron las risas y el convencimiento de que "el milagro" de la paz es posible.


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